"de este otoño que hiciste primavera..."
Joan Manuel Serrat
Cuando una se está acostumbrando de manera un poco estúpida a intercalar en algunas de sus conversaciones expresiones del tipo: “A mí ya nada me sorprende”, “a esta altura de mi vida…”, “son años de terapia…” y otras bobadas por el estilo…, cuando una cree que ha logrado asentarse (sólo un poco nomás, tampoco la pavada…), quiero decir: cuando una cree que ya nada podrá sorprenderla de manera realmente sorprendente, que ya nada será capaz de hacerle pegar un salto y dar una vuelta entera en el aire sin saber muy bien cómo va a caer…, entonces, justo cuando la vida la agarra a una distraída, viene papá, que cumplirá 84 este año, y nos dice a mi hermana y a mí: “ME CASO”.
—Hola— digo sosteniendo el teléfono entre la oreja y el hombro porque estoy planchando un pareo en tonos de azules y negros que me va a quedar fantástico con la malla nueva.
—Hola, hija, ¿estás sentada?
—No, papá, estoy planchando, estoy preparando las valijas, todavía tengo que hacer compras, no puedo sentarme. ¿Qué pasa? ¿Nació el bebé de Juli?
—No, no, hija. Andá. Buscá una silla y sentate que tengo que tirarte una bomba.
—Ay, papá. No me asustes— le digo mientras largo la plancha y cazo el teléfono con una mano y una silla con la otra.
—No, no… No te asustes… Creo que es una buena noticia…: Me caso.
Después de un silencio que, aunque duró apenas unos segundos, pareció durar siglos, me reí de manera más nerviosa que espontánea y le dije: “Dale, pa, tengo cosas que hacer, no jodas”
(Ya una vez me había llamado para contarme que ese mismo día vendría a vivir con él alguien de 32 de quien se había enamorado irremediablemente a primera vista. Cuando le pregunté con alguna sospecha de quién se trataba, se puso muy serio y me dijo: “Bueno, tengo que confesarte algo más”. Yo también me puse seria. “Es de género masculino”. Aunque mi papá es una caja de sorpresas, supe inmediatamente que me estaba cargando y entonces nos reímos y me contó acerca de su nueva adquisición: un televisor de 32 pulgadas con todos los chiches, que en ese momento significaba una pequeña fortuna para el bolsillo de un jubilado como papá.)
—No estoy bromeando, hija. Es en serio, estoy enamorado y me caso…
La silla no me alcanzaba así que me recosté en el sillón del living y le pedí a mi hijo que llamara a la farmacia para que vinieran a tomarme la presión.
—¿En serio? —pregunté con mi mejor voz de felizcumpleaños— ¿Con quién?
—Con Fulana de tal.
—¡Ah! —Me pongo contenta y le pido a Lautaro que suspenda el recado…— ¿Con esa señora tan elegante, de ojos claros que vive en España desde hace años?
Ahora el silencio es de él…
—No, nena — me dice como si no pudiera creer lo que le estoy diciendo— Con la hija…
Le hago señas al nene para que no suspenda nada, que vaya nomás a la farmacia y que, de paso, me compre un Lexotanil o un Alplax o alguna de esas pastillas que nunca tomé en la vida pero que va siendo hora de que empiece a probar: “Mejor te traigo un faso, ma, es más sano, más barato y sus poderes curativos están altamente probados”. Le digo que sí con la cabeza sin saber muy bien qué me acaba de decir, mientras pienso a mil cómo seguir la conversación. De pronto me sonrío, me doy cuenta: hay cosas que no pueden ser… Si una vez casi me hace creer que se había vuelto homosexual a los ochenta años, ¿por qué mejor no creer que ahora también está aburrido y que no ha hecho otra cosa que encargar un helicóptero a la Fuerza Aérea Argentina para decorar el living…?
—Me estás cargando… Dale, en serio, que tengo mucho que hacer… — digo esperando que se ría y me cuente de qué nuevo objeto se trata esta vez (el último había sido una netbook y los anteriores, un e-book y un teléfono 3G)
Silencio. Caigo en la realidad otra vez. No está bromeando. No se va a comprar un helicóptero ni un ciberloro que cante la Cumparsita, ni el famoso cohete que Menem quería comprar para cruzar la estratósfera.
—¡¿Y me lo decís por teléfono?! ¡Pero si casi tiene mi edad!...
—No, no… Es un poco mayor que vos, che… —me dice como si yo estuviera exagerando y no fuera capaz de hacer la cuenta más elemental—Te doy con tu hermana…
Mi hermana, que de no estar delante de papá se hubiera puesto a llorar a los gritos, me hablaba como si hubiera muerto el hombre que tiene que apretar el botón para que el mundo no se autodestruya en los siguientes cinco segundos. Me dice: “Disculpame, pero no me podía quedar con esto yo sola. Vos te vas de vacaciones mañana y yo supuse que tenías que saberlo”. Y sí, tenía que saberlo. Que cuándo viaja, que qué hace allá, que qué tiene, que qué deja, que cómo le puede interesar un hombre de 83 años, que si lo querrá de verdad, que…, que…, que…
La suma de todos los miedos, la suma de todos los "que"... Después de todo, se trata de papá.
Cuando corté el teléfono, Lautaro estaba ahí, parado enfrente de mí, con un faso en una mano y un encendedor en la otra: “¿Fumamos?”
Está pasando el primer impacto, y entre tanto “que…”, lo cierto es que empiezo a recordar que papá está hecho un pendejo, que me acaba de decir que lo primero que va a hacer es cambiar la cama de una plaza y media por un somier King Size de dos metros por dos metros, que además está lindo y mucho más saludable, que parece más joven, que me dice mi hermana que se toma la presión a cada rato porque tiene miedo de que el entusiasmo le juegue una mala pasada, que ya está preparando una foto de la novia para colgar en el pasillo y que, como si esto fuera poco, cuenta como un adolescente los días que faltan para encontrarse con ella…
Y entonces, me digo que a una no le queda otra cosa que aceptar que los padres crecen y se van en busca de sus propias vidas y que una debe resignarse a “perderlos” recomendándoles que se cuiden, que no hagan cosas locas, que piensen, que no se apresuren, que esperen y cuanta sarta de idioteces solemos decir las hijas cuando los padres se enamoran y empiezan a volar una vez más: “¿Esperar?”, me había dicho en el teléfono unos minutos atrás, “yo no tengo tiempo para esperar”
Recuerdo que una semana antes le había dicho lo mismo a la empleada de Direct TV que trataba de hacerle entender que colocar el sistema de alta definición llevaba tiempo, que tenía que esperar. “Mire, señorita, yo tengo 83 años, no tengo tiempo para esperar.” Obviamente no consiguió que se lo pusieran inmediatamente pero sí le sacó a la pobre empleada si no la verdad, al menos, la promesa de tiempo.
La promesa de tiempo…
Y qué otra cosa que el amor nos promete tiempo… Quién no sueña con ese bonus track único que borre los game over para siempre. Quién no sueña con otra oportunidad que nos permita empezar el juego de vivir flotando una vez más.
—Hola— digo sosteniendo el teléfono entre la oreja y el hombro porque estoy planchando un pareo en tonos de azules y negros que me va a quedar fantástico con la malla nueva.
—Hola, hija, ¿estás sentada?
—No, papá, estoy planchando, estoy preparando las valijas, todavía tengo que hacer compras, no puedo sentarme. ¿Qué pasa? ¿Nació el bebé de Juli?
—No, no, hija. Andá. Buscá una silla y sentate que tengo que tirarte una bomba.
—Ay, papá. No me asustes— le digo mientras largo la plancha y cazo el teléfono con una mano y una silla con la otra.
—No, no… No te asustes… Creo que es una buena noticia…: Me caso.
Después de un silencio que, aunque duró apenas unos segundos, pareció durar siglos, me reí de manera más nerviosa que espontánea y le dije: “Dale, pa, tengo cosas que hacer, no jodas”
(Ya una vez me había llamado para contarme que ese mismo día vendría a vivir con él alguien de 32 de quien se había enamorado irremediablemente a primera vista. Cuando le pregunté con alguna sospecha de quién se trataba, se puso muy serio y me dijo: “Bueno, tengo que confesarte algo más”. Yo también me puse seria. “Es de género masculino”. Aunque mi papá es una caja de sorpresas, supe inmediatamente que me estaba cargando y entonces nos reímos y me contó acerca de su nueva adquisición: un televisor de 32 pulgadas con todos los chiches, que en ese momento significaba una pequeña fortuna para el bolsillo de un jubilado como papá.)
—No estoy bromeando, hija. Es en serio, estoy enamorado y me caso…
La silla no me alcanzaba así que me recosté en el sillón del living y le pedí a mi hijo que llamara a la farmacia para que vinieran a tomarme la presión.
—¿En serio? —pregunté con mi mejor voz de felizcumpleaños— ¿Con quién?
—Con Fulana de tal.
—¡Ah! —Me pongo contenta y le pido a Lautaro que suspenda el recado…— ¿Con esa señora tan elegante, de ojos claros que vive en España desde hace años?
Ahora el silencio es de él…
—No, nena — me dice como si no pudiera creer lo que le estoy diciendo— Con la hija…
Le hago señas al nene para que no suspenda nada, que vaya nomás a la farmacia y que, de paso, me compre un Lexotanil o un Alplax o alguna de esas pastillas que nunca tomé en la vida pero que va siendo hora de que empiece a probar: “Mejor te traigo un faso, ma, es más sano, más barato y sus poderes curativos están altamente probados”. Le digo que sí con la cabeza sin saber muy bien qué me acaba de decir, mientras pienso a mil cómo seguir la conversación. De pronto me sonrío, me doy cuenta: hay cosas que no pueden ser… Si una vez casi me hace creer que se había vuelto homosexual a los ochenta años, ¿por qué mejor no creer que ahora también está aburrido y que no ha hecho otra cosa que encargar un helicóptero a la Fuerza Aérea Argentina para decorar el living…?
—Me estás cargando… Dale, en serio, que tengo mucho que hacer… — digo esperando que se ría y me cuente de qué nuevo objeto se trata esta vez (el último había sido una netbook y los anteriores, un e-book y un teléfono 3G)
Silencio. Caigo en la realidad otra vez. No está bromeando. No se va a comprar un helicóptero ni un ciberloro que cante la Cumparsita, ni el famoso cohete que Menem quería comprar para cruzar la estratósfera.
—¡¿Y me lo decís por teléfono?! ¡Pero si casi tiene mi edad!...
—No, no… Es un poco mayor que vos, che… —me dice como si yo estuviera exagerando y no fuera capaz de hacer la cuenta más elemental—Te doy con tu hermana…
Mi hermana, que de no estar delante de papá se hubiera puesto a llorar a los gritos, me hablaba como si hubiera muerto el hombre que tiene que apretar el botón para que el mundo no se autodestruya en los siguientes cinco segundos. Me dice: “Disculpame, pero no me podía quedar con esto yo sola. Vos te vas de vacaciones mañana y yo supuse que tenías que saberlo”. Y sí, tenía que saberlo. Que cuándo viaja, que qué hace allá, que qué tiene, que qué deja, que cómo le puede interesar un hombre de 83 años, que si lo querrá de verdad, que…, que…, que…
La suma de todos los miedos, la suma de todos los "que"... Después de todo, se trata de papá.
Cuando corté el teléfono, Lautaro estaba ahí, parado enfrente de mí, con un faso en una mano y un encendedor en la otra: “¿Fumamos?”
Está pasando el primer impacto, y entre tanto “que…”, lo cierto es que empiezo a recordar que papá está hecho un pendejo, que me acaba de decir que lo primero que va a hacer es cambiar la cama de una plaza y media por un somier King Size de dos metros por dos metros, que además está lindo y mucho más saludable, que parece más joven, que me dice mi hermana que se toma la presión a cada rato porque tiene miedo de que el entusiasmo le juegue una mala pasada, que ya está preparando una foto de la novia para colgar en el pasillo y que, como si esto fuera poco, cuenta como un adolescente los días que faltan para encontrarse con ella…
Y entonces, me digo que a una no le queda otra cosa que aceptar que los padres crecen y se van en busca de sus propias vidas y que una debe resignarse a “perderlos” recomendándoles que se cuiden, que no hagan cosas locas, que piensen, que no se apresuren, que esperen y cuanta sarta de idioteces solemos decir las hijas cuando los padres se enamoran y empiezan a volar una vez más: “¿Esperar?”, me había dicho en el teléfono unos minutos atrás, “yo no tengo tiempo para esperar”
Recuerdo que una semana antes le había dicho lo mismo a la empleada de Direct TV que trataba de hacerle entender que colocar el sistema de alta definición llevaba tiempo, que tenía que esperar. “Mire, señorita, yo tengo 83 años, no tengo tiempo para esperar.” Obviamente no consiguió que se lo pusieran inmediatamente pero sí le sacó a la pobre empleada si no la verdad, al menos, la promesa de tiempo.
La promesa de tiempo…
Y qué otra cosa que el amor nos promete tiempo… Quién no sueña con ese bonus track único que borre los game over para siempre. Quién no sueña con otra oportunidad que nos permita empezar el juego de vivir flotando una vez más.
Sonrío. Y le digo a Lauti: “Tomá la última y apagalo”.
HASTA LA PRÓXIMA.
26 comentarios:
Guauuuuu! Mirálo vos a tu papá! Evidentemente él sí entendió eso que decía John sobre que "la vida es lo que te pasa mientras estás ocupado en otros planes" y decidió tomar cartas en el asunto. En fin... ya nos veremos y me contarás cómo sigue la historia.
Un beso grande (no compres el Alplax que yo tengo)
jaja! Que idolo! Parece que la profe tiene a quien salir con ese espíritu guerrero! Me encantó el relato!
Saludos.
Cristian
consegui uno de las selvas colombianas. Mañana lo probamos.
Hola, Silvia! Claro que lo entendió! Y es de los que no dejan pasar nada... Ya te contaré...
Gracias, Cristian. No sé si tengo su espíritu, pero en todo caso, tengo su ejemplo!
Hijísimo LFyM! No te hagas el vivo que sabés que tu personaje es parte de la ficción del relato... Te voy a dar "selvas colombianas"! jaja!
La vida se abre camino, estimada Esponda, en el corazón de los reactores nucleares, en las profundidades abisales, en los medios más ácidos o más alcalinos... Nosotros, más acostumbrados a la perfección rutinaria de lo inmediato, nos asombramos de lo evidente. Hermosa historia y, además, narrada con su estilo limpio y acogedor.
He pasado un buen rato leyéndola (digo, a la historia, aunque cabría también a usted ¿no? lo que me lleva a una pregunta inquietante: ¿en qué idioma se escribe usted?
Saludos
H
P.D.: en otro momento me aclara un comentario suyo de facebook, eso de de que conmigo "no se puede", no es que me haya ofendido, porque en un abanico inmenso de acciones es cierto... pero en otro igual de inmenso, no.
Solo voy a decir, que Juan me ofeció casamiento a mi primero, creo que fue en tu cumpleaños el año pasado, cuando cumpliste 36.
Atte. La prótesis
Buenísimo! hay mucho de la última película de Woody Allen ¿la viste? Los hombres no pueden estar solos, es increíble y, sin embargo, las mujeres que no queremos estar solas no encontramos a ninguno como tu viejo, tan lleno de pasión y de amor a la vida.
Felicitaciones!!
No puedo decir nada. Estoy por llorar XD
Dios, qué milagro es el amor.
Mi más enorme felicitación a tu padre, es un ejemplo. Te juro que no lo puedo creer.
Jajaja, y yo me quejo por estar solo a mis bellos 18 :)
Bravo!
"...más acostumbrados a la perfección rutinaria de lo inmediato, nos asombramos de lo evidente." Bello, poeta... El día que deje de asombrarnos lo evidente, tal vez estemos muertos, ¿no?
Querida prótesis de mi hija: Recuerdo que ese día, papá te ofreció casamiento a vos y a unas cuantas más, entre otras a mi amiga Ángeles (¡Y eso que no toma!). ¡Y cumplía 50; no 36! ¿Alguna vez mentí acerca de mi edad? jaja!
También el otro día le presenté a Paola, la prima de Ariel, por msn y me dijo: "Lo siento, decile que ya tengo novia" jaja!
Gracias, Elsa: ¿Será que no los encontramos o que insistimos siempre con los mismos, repitiendo historias una y otra vez?
Tomás querido: Puedo verte cuando te leo. Esa sensibilidad, ese encanto, esa pasión que transmitís hasta por las uñas es absolutamente envidiable. ¡Tenés tanto tiempo para el milagro del amor! Te veo enamorándote y desenamorándote hasta el final de los tiempos!
Por un lado, es como la mejor versión de Benjamin Buttom, ésa que Brad Pitt nunca filmó. Brindo por este "Viaje a la semilla" o "a la juventud eterna" de Juan (que avise dónde guardó la Piedra filosofal así le arrebatamos un trago).
Por otro, me deja pensando. La Buena Pipa siempre me dijo que el problema no era mío, que no había encontrado al hombre indicado para mí y que por eso seguía más sola que Kung -Fu, pero creo que me engañó como sólo ella sabe, porque tu viejo tiene casi 50 años más que yo y se casa ... por segunda vez y yo todvía no logré tener un aniversario siquiera.
Es más, a mí la maquinita de la vida no me dice "Game over", se me tildó en el "Insert coin" y de ahí no sale.
Supongo que sólo te resta decirle:"¡Grande, Pa!"
Bueno, ahora yo te dejo porque tengo que llevar a mi abuelo al cardiólogo y me tengo que maquillar... uno nunca sabe dónde puede sorprenderlo el amor.
Me encantó.
¡Y pensar que la abuela de Lu , me dejó deslumbrada cuando para su cumple de 87 pidió un viaje en elicóptero!!Un grande tu pa!!!
Bah!, Nati. Dicen por ahí que aniversario mata amor... jaja! Como dice Sabina: "Yo no quiero 14 de febrero ni cumpleaños feliz" Me hacés reír como siempre, ídola!
Lili: A mí me sorprendió mi suegra que no quiere morirse sin probar un porro. Este mes cumple 90 y todavía no le dimos el gusto! Pero papá... un grande, sí!
¿Pueden creer que todavía no me llamó ni me escribió ni me dijo una sola palabra de lo que le dediqué? ¿Se habrá enojado o la novia no lo dejará hablar conmigo? jaja! Te amo, papi!
Y si.. Papá dijo "me caso" y mi terapia y Yo volvimos a casillero nro 1...y vos no estabas para que pudiera hacer catarsis!!!
Por unos días caminé entre la angustia, la felicidad, la admiracion, la sorpresa... no se, tantos sentimientos encontrados que estuve medio ida como si hubiese fumado el porro con vos...Ja!
Hoy me siento feliz por su felicidad, y envidiosa de su energía casi adolecente...
Bueno hermanita retomaré la terapia y agrandaremos la mesa de navidad!! JA JA!!! TE QUIERO
Marta
Hola Lau, Qué más que felicitar a tu viejo!!!! es un grande total!!!!
Y vos una ídolo escribiendo.....
SI QUE TE ENVIE UN COMENTARIO , NO SOLO ES FABULOSO ..LO QUE HAS ESCRITO SINO QUE ADMIRO TU ESTILO . ESTA TAN BIEN LOGRADO , QUE ME HE REIDO CON GANAS... ESTOY FELIZ SER TU PADRE , TENGO A MIS DOS HIJAS SUPER Y ES LO MEJOR QUE TENGO MI FAMILIA...ESTO QUE VOY A VIVIR TALVEZ SEA EL PREMIO MAXIMO
QUE A MI EDAD LLEGA ....ESTE AMOR HA REJUVENECIDO TODO MI SER Y VOY A VIVILO A FULL LAS AMO EL MENOS JOVEN PA
Cuando tenga la edad de tu papá, (si logro tenerla) voy a tratar de seguir su ejemplo y no el de tanto muerto vivo que me rodea, tanta gente cansada, aburrida y distraída de la vida, fijate que, una vez más, nos sorprende lo elemental, lo ...que debería ser normal y de cada día, nos acostumbramos a la separación, a la ruptura, al no compartir, a creernos el eje del universo, a intoxicarnos de egoísmo.
La frase de la tercera edad hoy es: yo ya crié a mis hijos, yo ya trabajé mucho, ya tuve perros y te atan, quiero poder cerrar la puerta y no tener que tener nada a cargo, la casa es una esclavitud, para nosotros dos mejor un departamentito!.......ya que estan se podrían comprar un nicho, así no tienen que moverse el día que se mueran!!!!!!!!!! es un ejemplo tu viejo!!!!!!! tenes suerte de no tener que decirle: pá no te vas a morir mañana, seguí viviendo a full porque la vida sigue
Hermanísima! Es que los padres vienen cada vez más rebeldes y te dan cada vez menos bola, ¿viste? jaja! En cuanto a la mesa de navidad, esperemos que por lo menos cocine bien! jaja! Te quiero, hermana!! Todo va a estar bien!!
Gracias, tanita linda!
Hola, Silvina! Cuánta razón tenés en lo que decís! La sociedad en que vivimos nos hizo creer toda la vida que los ancianos no sirven para nada (con esto no le estoy diciendo "anciano" a mi papá! que se me va a enojar!), nadie nos educa para la "ancianidad", nos muestran por tv todo el tiempo cuerpos jóvenes y hermosos que serían la clave del "éxito" en la vida... Recuerdo una publicidad en la que una pareja de personas mayores estaba en un hidromasaje y eran incapaces de hacerlo funcionar. El mensaje era: "No esperes a ser un "inútil" para darte los gustos". Recuerdo que papá estaba tan ofendido con esa publicidad (él que maneja computadoras y cámaras e Internet y todo lo que se te ocurra) que mandó una carta que, si no me equivoco, le publicaron en Clarín o en La Nación (no estoy segura). La cuestión es que, al tiempo, no salió más la publicidad.
Papi! Pudiste comentar finalmente! jaja! Aunque parezca una pavada, no sabés lo significativo que es para mí que hayas escrito estas líneas y que te guste lo que escribo (sí, ya sé, ya sé lo que están pensando, si me agarra Freud... jaja!)
Además, me encanta y me emociona que lleves dobladito en la billetera el papel en que imprimiste esta entrada. Te amo, pa, y ahora que aprendiste a dejar comentarios, podés hacerlo más seguido, ¿no?
Me parece estar escuchándote... esas anécdotas familiares tan divertidas que amenizaban el café... regadas de interrupciones y risas.
Lograste toda la frescura de la oralidad para contar esta historia maravillosa, digno germen del guión de una película, de esas que nos hacen salir del cine con el carilina estrujado pero con una sonrisa enamorada de la vida.
Las películas que cuentan historias de encuentros y segundas oportunidades están entre mis preferidas, y esta historia de papá Esponda supera la mejor ficción.
Un abrazo.
Gracias, Lili! A mí también me gustan esas historias! Cuándo nos cobramos el café que nos debemos?
Un abrazo!
Gracias por arrancarme carcajadas en este mediodía que es mi mañana y también por hacernos creer en la posibilidad de no tenerle miedo a la vejez y suponer q lo excitante llega también cuando uno tiene arrguas
¡Qué loco es el cibermundo! Vengo a dar de casualidad con tu blog. Yo lo conocí a tu viejo y era una persona espectacular, al igual que tu familia. Fueron muy solidarios con nosotros cuando ocurrió la inundación de 1985 y entró como un metro y pico de agua en todo el barrio. Recuerdo que cuando era chiquitito me invitó a ver -fuimos con mi hermano Gonzalo- "La historia sin fin". Con la familia fuimos vecinos suyos en Wilde (soy hijo de Teresa y Manuel, hermano de Jimena). Vivíamos en diagonal a tu casa.
Hola, Cintia! Te extrañábamos! Me encanta que te hayas reído. Vos sabés que muchos me han preguntado si era verdad lo que contaba o era un relato de ficción...
Diálogos: Recuerdo perfectamente a tu familia. Qué contento se va a poner papá cuando lea tu comentario! Increíbles las sorpresas que puede deparnos la red! Ahora voy a chusmear tu blog. Saludos a la familia!
Y profe? qué pasó? Extraño sus entradas
Dele, póngase a escribir, plis!
Le mando un beso grande.
Cristian.
Ay, Cristian! Qué más quisiera! Es que estoy con mucho, muchísimo trabajo! Ya volveré. Gracias por pasar!
Que bueno... viste cuando hablamos de: tal cosa la hice en otra vida; tal vez, tal otra la haga en mi próxima. Tu papá tuvo varias vidas en una sola. Un ORLANDO tal vez?
Un cariño para vos y para Ariel. Anahi Mazzitelli.
Hola, Anahí! Tanto tiempo! Lo del Orlando lo decís por el cambio de sexo?? jaja! Te mando un fuerte abrazo!
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