"En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts´ui Pen, opta -simultáneamente- por todas..."

martes, 12 de enero de 2010

Tan triste como él: un texto a partir de la lectura de "Tan triste como ella" (*) de Juan Carlos Onetti

No importa, no queremos saber de qué estamos hablando. Si de J.C.O o del hombre o de Mendel... Si de la querida Tantriste o de ella... No queremos saber si en la garganta el sabor del hombre o el Smith and Wesson sin temperatura humana entre los dientes.
No es fácil navegar entre dos aguas para ningún narrador.
Lo cierto es que no eras vos cuando sin franqueza ni mentira, él te miraba. Estabas ya más muerta que una desconocida cuyo nombre no nos llegó nunca.
“Tanto terreno y no sirve para nada”, te dijo aquel día. ¿Tanto te odiaba que te quitaba el jardín, la infancia, lo único que te conectaba con el sueño? No podías reemplazarlo con peceras ni poceros. Ni con los músculos impotentes de uno, ni con la sumisión y el hartazgo del otro. Ni siquiera el viejo que te hablaba de flores moribundas, ese viejo que mira y soporta... como vos, como él, como nosotros que estamos navegando la tercera orilla.
Ni las cinacinas que dejaste que penetraran tu piel como no dejaste aquella noche que él te penetrara. Apenas pequeñas muertes, pequeños orgasmos y la imposibilidad del par.
Conocías el rencor, las ganas de dañarte del hombre. Los años, treinta y dos, le habían enseñado la inutilidad de toda esperanza de comprensión: ¡Y ya habían hablado tanto de eso! ¡Tantas veces tuviste que escucharlo! Muchas menos veces que los impulsos suyos, sin embargo, de volver al tema. Después de todo es un varón, lleva su nombre y él lo mantiene. No olvides que tendrá que educarlo y es hijo de Mendel: ¿Tenías que humillarlo de tal modo? “Putita astuta”, te dijo. “Mierda”, dijiste.
El cemento se extendía sobre la tierra y tus recuerdos, cuando te dijo que vigilaras el trabajo de los poceros. Y entre el cemento y las cinacinas soñabas sexo y muerte, muerte y sexo.
¿Cuándo fue que decidiste volver al sueño? Descalza e hinchada, caminando hacia la luna, mujer llena... como vos. ¿Tenía el caño del viejo revólver el sabor de aquel hombre?
En todo caso es tu culpa: tardaste más en morir que las palabras.
En todo caso, es su culpa: él nunca miró de frente tu cara. Nunca te mostró la suya.

(*) ONETTI, Juan Carlos (1994): "Tan triste como ella", en Cuentos completos, Buenos Aires, Alfaguara.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

"soñabas sexo y muerte, muerte y sexo"
Esta frase está compuesta solamente por palabras estrictamente vinculadas...
¡Jó! ¡qué amargo!
No habremos encontrado el laberinto, pero seguro que hemos topado con nuestro Minotauro... Y todos nos llamamos Teseo.
Saludos
Heriberón 500 mgs.

Laura Esponda dijo...

¡Y sí, querido amigo! Ya Bataille se encargó de deconstruir la vieja dicotomía tanatos- eros, ¿no?
Con respecto al laberinto, después de "La casa de Asterión" me quedo con el Minotauro y te regalo a Teseo!! jaja.
Un abrazo, poeta!!

http://la-buena-pipa.blogspot.com dijo...

Conclusión:
Creo que ya es hora de ponerme a leer a Onetti.

Me encantó la re-creación, amiga. Seguí así, sin tomar sol, que para esto no se necesita protector solar y da satisfacciones, no arrugas.
Besote

Manuela Fernández y Mayán dijo...

Como sabrás, porque bien me conocés, nunca leí nada de Onetto, pero como dijo Nati, creo que es hora de que también yo empiece a leerlo.

Te amo mami, te voy a extrañar estos quince días...

Manuela.

Anónimo dijo...

Ahora entendí mejor el cuento!!!!!
Gracias profe, me seguiré pasando x acá.
Cristian

Anónimo dijo...

rápido, rápido que estoy trabajando: (y ahora sí que te riño) ¿tú cres
que un texto de esta precisión y de esta belleza tiene que estar
colgado en internet sin conocer el papel? no sé, no sé, te sobra
talento y capacidad para este medio. La próxima vez que vaya, como no
tengas acabada la novela te doy de azotes en el trasero. tengo
autoridad, soy muchísimo mayor que tú
Prepara la novela o el pankután

Salut
Heriberón 500 mgs.