"En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts´ui Pen, opta -simultáneamente- por todas..."

martes, 19 de enero de 2010

Estar en ESOS días

Los eufemismos son, en general, una defensa del hablante del idioma contra lo que molesta, lo que duele o lo que es, de alguna manera, vergonzante. Así, en lugar de “muerte”, hablamos de “viaje eterno” o "el último viaje"; en lugar de “tener sexo”, decimos “hacer el amor” o, en el mejor de los casos, "hacer la cochinada o la chanchada". Mi abuela, para no decir que alguien se desnudaba, decía que “mostraba sus vergüenzas”. Debo reconocer que esta última no deja de ser de las más creativas a pesar de su fuerza conservadora y de su origen profundamente religioso.
En este sentido, las mujeres hemos crecido sin poder nombrar la menstruación y, lo que es peor, sintiendo permanentemente vergüenza por ser mujeres y tener que “sufrir” ese “castigo” que cargamos a lo largo de la vida como si fuera una cruz. Así, vivimos escondiéndonos "en esos días", buscando permanentemente metáforas y eufemismos para referirnos a algo que debería ser tan natural y tan familiar para todo el mundo como lavarse los dientes cuando nos levantamos a la mañana.
Analicemos algunos de estos eufemismos:
1. “Vino Andrés, el que viene una vez por mes*: Patético ya desde su enunciación con rima: no sólo nuestra menstruación no está en nuestro cuerpo (es una visita) sino que, además, es una visita masculina. Desterritorialización, ajenidad, mala poesía…
2. “Estar indispuesta”: ¿Indispuesta para qué? Todo el mundo sabe que estar con la menstruación no “indispone” a nadie para absolutamente nada. Ya pasaron a la historia las épocas en que una mujer no podía bañarse porque se le “cortaba” la menstruación como si nuestros fluidos fueran mayonesa o crema chantilly. Entonces, no sólo nos creíamos enfermas sino que, además, andábamos incomodísimas y oliendo horrible con el pelo engrasado y atado con una colita ya que no lo podíamos lavar por, al menos, los cinco días que duraba la “indisposición”. Recuerdo por mi parte, a mamá diciéndome que no, que no, que no… que “en esos días” había que bañarse todavía más porque, no la sangre en sí misma, sino el contacto de la sangre con el exterior, olía mal y entonces teníamos que estar más limpias que nunca. Además, con los maravillosos tampones hemos ingresado “indispuestas” a la pileta o al mar y con las increíbles toallas con gel súper absorbentes, hemos vuelto a usar polleras cortas, pantalones ajustados e, incluso, blancos cuando estábamos “indispuestas”
3. “La “sangre” azul de las publicidades de toallas femeninas”: ¿Qué mayor eufemismo que éste, tan visual, tan aséptico, tan ideológico en definitiva? ¿Por qué el azul “vende” más que el rojo? Después de todo, en las películas cuando matan gente, ¿tiñen la sangre de azul? En el único contexto en que la sangre deja de ser roja para volverse azul (a excepción del símbolo por linaje aristocrático) es en las publicidades de toallas femeninas.
4. “Estar en ESOS días”: Lo que molesta es el pronombre, clase de palabra que, como todos sabemos, no tiene significación propia y, por lo tanto, adquiere su sentido a partir del contexto, de la situación comunicativa en la que se produce. Analicemos algunas de las situaciones comunicativas en la que puede darse semejante alocución:
Situación 1: La mujer se pone nerviosa porque su marido anda en calzones dando vueltas por la casa mientras su hija y las amigas de su hija están tomando mate en el jardín: "Querés hacerme el favor de ponerte un pantalón?... Y él: “¿Qué pasa? ¿No soy dueño de andar en pelotas en mi propia casa?" "Es que es una casa en la que viven más personas además de vos, ¡vestite de una vez por todas que das vergüenza!", "¿Qué? ¿Estás en ESOS días vos que andás tan exquisita?"
Situación 2: La vieja vecina de al lado nos tira la yerba del mate o el aceite usado a través de la medianera a nuestro jardín. Ya le hemos pedido de muchas formas que no lo hiciera más, explicándole minuciosamente los problemas que nos ocasiona. Finalmente, cuando todo se ha vuelto infructuoso: “Señora, si no tira sus desperdicios donde corresponde, le voy a hacer una denuncia en la comisaría. Su aceite hirviendo le produjo quemaduras de primer grado a mi perra y no me interesa tener una montaña decorativa de yerba usada en mi jardín. ¿Cómo mierda se lo tengo que explicar?” Ella, sumamente sorprendida: “Querida… ¿Estás en ESOS días? Te puedo ofrecer un alplax si estás molesta por tu trastorno hormonal."
Situación 3: Vamos tranquilamente por la autopista, por la derecha como corresponde, con nuestro viejo Duna que no va a más de 90 km por hora… Un enano añoso con una 4x4 enorme nos toca bocina insistentemente para que nos apuremos porque le resulta imposible pasarnos por la izquierda. Lo miramos por el espejo y le hacemos el gesto que se merece. Cuando finalmente logra pasarnos nos dice el enano: “¿Qué te pasa, mamita, estás en ESOS días que estás tan nerviosita?” (nótese el uso del diminutivo, estrategia típica de los enanos añosos con 4x4 para empequeñecer a los demás de modo de verse un poco más "grandecitos" ellos)
Ahora, volvamos al pronombre: ¿Qué significa “ESOS” en la alocución “estar en ESOS días”? ESOS días son esos en los que las mujeres estamos LOCAS, porque nuestro “trastorno” hormonal nos vuelve “violentas” y es propio del género femenino guiarse por las hormonas y no por las tan masculinas neuronas. Es decir, las mujeres no tenemos derecho a tener una reacción exaltada porque no es adecuada supuestamente para nuestro frágil segundo sexo. Quienes, de chicas, nos la pasábamos en la dirección del colegio en los dichosos años de escuela primaria, recordaremos la famosa frase de la vieja directora: “Qué vergüenza, una nena”…
La manera, entonces, en que mostramos y nombramos (cuando no la escondemos o la silenciamos) la menstruación es representativa del modo en que nos miramos a nosotras mismas y el modo en que permitimos que los demás nos vean. Ese modo, transmitido por las propias mujeres de generación en generación, ha hecho que creciéramos con vergüenza y asco por nuestra propia sangre y por nuestra propia feminidad. Esto no sólo nos ha afectado a las mujeres: los hombres han crecido apartados e ignorantes del tema, confundiendo un proceso biológico natural con algo oscuro, cuando no temido, a lo que ellos, varones, no pueden acceder.
Para terminar, podríamos detenernos a pensar qué fue primero si el huevo o la gallina, qué fue primero si la conciencia o el lenguaje: ¿Se puede pensar sin lenguaje?, ¿es tan inocente el uso que nos imponen de las palabras y su relación con las cosas?, ¿no debemos pensar al lenguaje como uno de los instrumentos más represivos y deformadores de conciencia si no lo transgredimos, si no lo pensamos, si no lo colocamos para su análisis en una metódica mesa de disección?


*En Méjico: Pepe Flores (Gracias a Nati que, memoriosa como siempre, recordó esa escena de Pedro Páramo en que, si no me equivoco, es Eduviges (¿o Dolores?) quien llama a la menstruación de este modo.)

PRÓXIMAMENTE en Las palabras y las cosas: “Negro o negra de mierda” (a pedido de una de mis hijas postizas, Luz Collet)

14 comentarios:

lafrasca dijo...

Muy bueno, como siempre Laura!!!
Vos tuviste suerte con tu mamá.. yo en cambio la padecí, con todas las costumbres italianas...
por años no me dejaron bañarme... y cuando me revelé casi se me muere mi vieja!!! jajaja.
Hablando de la importancia de la palabra, al ver el comentario sobre México recordé una discusión que tuve con un profe de allá... sobre esa costumbre de decir "MANDE" y me contaba que desde chiquitos, si no contestaban así los padres los castigaban muy fuerte!!!
¡Qué muestra de la fuerte dominación que ellos sufrieron!!! no te parece????

Lili Adán dijo...

Si Laura!!!! es imprescindible cuestionar y cuestionarnos la utilización que hacemos de las palabras, las frases prefabricadas y los mitos. Son fundantes de nuestras matrices de pensamiento, de nuestras emociones y sentimientos. En definitiva de la subjetividad con que concebimos la vida.
Me encantan tus análisis!!!!

Laura Esponda dijo...

Sí, Lidia, yo lo noté en Méjico también. Creo que tiene que ver con su historia: esas enormes civilizaciones aplastadas por el imperio español... ¿Cómo habrá sido el lenguaje cotidiano de los pueblos originarios, tan orgullosos ellos en su arte y en su dignidad? Y después, vivir pegado al otro imperio, que les sigue robando parte de su territorio y de su cultura...
Es terrible el modo en que puede transmitirse la sumisión o el miedo a través del lenguaje. Como dice Lili acá arriba, cuestionarnos las palabras que usamos es re- pensar estructuras de pensamiento y evitar la transmisión inconsciente de tantos prejuicios.
¡Gracias, chicas, por la charla!

Alejandrito dijo...

Muy bueno, pero sin ser médico ni psicologo, solo un simple esposo, no me digan que en ESOS días no están mas irritables. No se si es por tener que soportar esa molestia constante o si hay algo hormonal, pero la verdad que se ponen un poquito molestas (¿Esto es un eufemismo de rompebolas?)
Un beso

Laura Esponda dijo...

Hola, Ale!! Tanto tiempo!! jaja! Es verdad que nos ponemos más sensibles, pero lo cierto es que a esta altura no necesitamos excusas biológicas para romper las bolas. El tema está en saber si nos ponemos así por un problema "hormonal" (como quieren creer algunas teorías biologistas) o sólo una cuestión de costumbre ancestral transmitida de generación en generación. Personalmente, soy rompebolas los 365 días del año... ¿Será que tengo una menstruación eterna? jajaja!
Saludos a la familia!

Ariel F y M dijo...

Adhiero a lo de rompebolas los 365 días del año,pero también me pregunto si seré de la misma matriz, por que también rompo las bolas los 365 días del año. Que se le va a hacer, es lo que hay.
¿Alejandrito es ese que pasaba por casa o llamaba por teléfono de vez en cuando?

Anónimo dijo...

Y eso Ariel que no la tuviste de profesora!! jajaja!!
Yo creo que las mujeres se ponen lindas cuando estan asi (uy, un eufemismo!)pero es mejor tenerlas lejos. Igual entendi lo que escribio, profe.
Cristian

cerebrones dijo...

Hola Laura coincido con el comentario masculina "esos días" por distintas razones resultan ser todos los días y la verdad: resultan tan misteriosos como entretenidos , sobre todo para los que me rodean.

marcelo de berazategui dijo...

Laura, tanto tiempo, que no es tanto. Despues de Borges y Cortazar, me hacés saltar a la menstruacion, con esa facilidad que te caracteriza, de mujer bien aprendida y bien preparada para lograr tranmitir conocimientos
El uso que nos imponen de las palabras, no es para nada inocente. siempre encuentran nuestros dominadores la mejor manera de domesticarnos.
En el uso del lenguaje y el idioma se encierra ésa manera sutil pero muy efctiva de dominio, como no manejamos bien (me incluyo, pero intento salir de las sombras) ese lenguaje, no entedemos bien que nos dicen, o creemos entender lo que nos dijeron, y así nos va....

Gracias por el blog, y adelante que te seguimos.....

Anónimo dijo...

Eufemismos (y otras mutilaciones)

a) “ni con la reina folgar”
en lugar de “tener sexo”, decimos “hacer el amor” o, en el mejor de los casos, "hacer la cochinada o la chanchada".

-“tener sexo” es un poco delirante como construcción aceptable ¿no?... vamos a ver (que decía Ray Charles), en mi opinión son mucho mejores (sólo comparativamente) los vulgarismos como, según donde se viva, “coger” o “follar” antes que “tener sexo”, que, pondría la mano en el fuego, seguramente es una mala traducción de algún otro idioma…
-“hacer el amor” es un galicismo que se ha extendido mucho (demasiado) y que es una reducción más bien estúpida, como si el amor se pudiera “hacer”, o como si sólo tuviera una vertiente venérea…
-"hacer la cochinada o la chanchada": sin comentarios, que me deprime… ¡cómo se puede llamar así a uno de nuestros actos más placenteros!
Con el maltrato habitual a la lengua que es rasgo de nuestra identidad, hemos olvidado un verbo que define lo que no definen los eufemismos: “yacer” (¿será porque tiene una conjugación difícil? ¿o porque puede ser anfibológico?)
b) “La menstruación que confirma la regla” **
(**Título de un artículo de la desaparecida y añorada revista española “Titanic”, cuyo nombre vaticinó eficazmente su corta trayectoria. Otro título imborrable fue: “Ser maricón es cosa de hombres”)
Querida Alecto: En lo que afecta estrictamente en tu artículo a la menstruación, te describo mis intuiciones y razonamientos: las numerosas leyes (ver el Levítico, por ejemplo), los incontables prejuicios, el desconocimiento, el rechazo masculino, no son otra cosa que la articulación de un miedo (para mí, incomprensible), quizá atávico, pero siempre enfermizo, que padecen una gran parte de los hombres hacia las mujeres (aquí coincidimos plenamente) pero desconozco las razones primeras de ese miedo.


He oído y oigo frases en boca de hombres (en este contexto conceptual) que me repugnan, no sólo por su carga sexista sino también (y es peor) por su profunda estupidez… ¡El mundo es de los idiotas, querida amiga!
En fin, contra la imbecilidad hay pocas armas, una, sin duda, es la lanza imprescindible del humor, riámonos, elevemos el absurdo real al absurdo imposible, como si el pensamiento se reflejara en uno de esos espejos de feria que nos deforman, o, quizá, nos muestran nuestros lados más inquietantes…

Dices: “para nuestro frágil segundo sexo” Ironía o sumisión, en ningún caso “segundo” es interesante. Ahora mismo voy por el sexto, que ese sí que es divertido (aunque me resulta un poco extraño el papel preponderante que juegan las axilas en él)

Que la vida te sonría en estos (y no en esos) y en todos los días

Heriberón 500 mgs

la buena pipa dijo...

"Me toca la luna" le dice Doloritas a Fulgor Sedano en uno de los fragmentos (no digo el número para que no me carguen después)... otra fase para el recuerdo que no hace más que afirmar que las únicas "lunáticas" de la creación somos las hembras (de cualquier especie , excepto algunas ranas y lombrices aburridas que son 6 meses machos y 6 meses hembras y se autoabastecen)e histéricas (porque hasta el momento somos las únicas que tenemos útero).
Por eso, esta lunática e histérica amiga, admira profundamente tu manera de bajar la teoría al discurso cotidiano.
Mis amigas de la Cofradía y yo, agradecidas por esta vindicación de lo femenino.
Espero que a mi regreso haya más más más entradas.

Laura Esponda dijo...

Gracias, Marcelo, por tu comentario. Lo de Borges y Cortázar es una pavada al lado del mundo femenino... ¿o no?
En cuando a ti, querido amigo poeta, la discusión acerca de "hacer el amor" ya la hemos tenido tiempo atrás. Yo sí creo que el amor es, en muchos casos, una construcción, aunque estaríamos hablando de un contexto diferente del que veníamos hablando.
En cuanto a los vulgarismos en algunas situaciones no me van. El sexo como todo lo que tiene que ver con las emociones, no es fácil de nombrar. También está el famoso "verle la cara a dios" que está muy cerca del misticismo y de la comunión de dos "almas" a través del cuerpo. Pero creo que este tema merece una entrada aparte...
Y, querida Nati, no me cabe la menor duda de que te acordás del número del fragmento de Pedro Páramo. Cómo envidio esa memoria!!
Gracias a todos por sus comentarios y gracias también a todos los que me mandan mails comentando lo que han leído.

L. Gusmán dijo...

1)Me gustó mucho.
2)Hay una cancioncita hermosa: "¿Cómo es eso?/¡¿Qué se hace el amor?!/¿Cómo es eso?/Explícate mejor/No se hace el amor/Esa ideita moderna de que se “hace” el amor/ Ese verbo de segunda/es lengua de explotador (...)No podríamos hacerlo entonces si nos falta capital/y los que vivimos cortos/no podríamos amor armar/No se arma el amor".
3)Nadie mejor que Miguel F. para explicar que los enunciados crean y modelan las subjetividades. Nadie mejor que Miguel F. para explicarnos como los enunciados de la mano de las tecnologías del yo (hablando de mujeres, pienso por ejemplo en los corpiños, y en las duchas y en las toallitas femeninas y en los tacos y en todos los moldeadores de cuerpos...) modelan y moldean los cuerpos, las actitudes y las subjetividades.
4) También dice Miguel F. que, hablando de la sangre azul y la aristocracia, mientras la sangre fue el lazo de unión en la aristocracia, la sexualidad fue el elemento que la vino a reemplazar con el surgimiento de la burguesía. Algún sin-vergüenza se preguntará en voz alta y casi sin pensarlo si la menstruación no habrá quedado justo en el medio, justo entre la sangre y la sexualidad y si no será por eso que no cuesta tanto tanto hablar de "eso"...

Manuela Fernández y Mayán dijo...

¡Qué difícil es comentar tu blog después de leer tantos comentarios más que interesantes!
Puf, hace mucho que no pasaba por acá (perdón, estuve un poco volada, las vacaciones me hacen mal). Como siempre, ¡me encantó la entrada!
Yo tengo 19 años y tengo amigos que se molestan cuando digo que estoy "indispuesta", les da asco y suponen que tengo que esconderlo.
Y ni hablar de eso que se decía que no podías hacer nada... yo juego al hockey, me meto a la pileta, salgo a bailar, estudio (?) y sigo mi vida normal cuando estoy... "en ESOS días",

nada más,
te amooo mamá.